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jueves, 24 de noviembre de 2011 historia de los primeros vehiculos que llegaron a ituango Por fin, un día del mes de septiembre de 1955, a la una de la mañana, ante una expectante e incrédula multitud antes nunca vista que estaba en la plaza y sus alrededores, el automotor rugió por primera vez en la carrera Bolívar con calle Arias, al frente de donde está el granero El Alfa, convirtiéndose en una fiesta viendo al Willys dar vueltas en el parque principal, las gentes gritaban vivas y corrían tras el pequeño vehículo manejado por Don Javier Duque. Se pagaban diez centavos para viajar hasta la plaza de ferias, El Mandarino, Pajarito, Filo de la Aurora, Chagualonal, Agualinda, La Eme, Los Galgos y a medida que la banca avanzaba serpenteante, gracias a los convites organizados por el Padre Luis Carlos Jaramillo Arango; el carro alargaba su ruta y bajaba a Patiobonito, Calichal, la vuelta del Bombillo y Pescadero, para trascender las fronteras municipales, cruzando el antiguo puente sobre el río Cauca, construido todo en madera en el año de 1886 por el ingeniero José María Villa de Sopetrán, el mismo que levantó el puente de Occidente en Santa Fé de Antioquia.

historia de los primeros vehiculos que llegaron a ituango

Por fin, un día del mes de septiembre de 1955, a la una de la mañana, ante una expectante e incrédula multitud antes nunca vista que estaba en la plaza y sus alrededores, el automotor rugió por primera vez en la carrera Bolívar con calle Arias, al frente de donde está el granero El Alfa, convirtiéndose en una fiesta viendo al Willys dar vueltas en el parque principal, las gentes gritaban vivas y corrían tras el pequeño vehículo manejado por Don Javier Duque. Se pagaban diez centavos para viajar hasta la plaza de ferias, El Mandarino, Pajarito, Filo de la Aurora, Chagualonal, Agualinda, La Eme, Los Galgos y a medida que la banca avanzaba serpenteante, gracias a los convites organizados por el Padre Luis Carlos Jaramillo Arango; el carro alargaba su ruta y bajaba a Patiobonito, Calichal, la vuelta del Bombillo y Pescadero, para trascender las fronteras municipales, cruzando el antiguo puente sobre el río Cauca, construido todo en madera en el año de 1886 por el ingeniero José María Villa de Sopetrán, el mismo que levantó el puente de Occidente en Santa Fé de Antioquia.


Después de pasar el puente de Pescadero, el Willys de Don Javier, pudo llegar hasta Tacuí, cerca a El Valle, corregimiento de Toledo, lugar terminal de la carretera que llegaba desde Medellín. A partir de entonces, los pasajeros que venían en los buses –escalera, cambiaban al Willys para ser trasladados hasta Ituango. Aparte del mecánico Tejada, el único que sabía conducir era Don Javier Duque, pero los muchachos soñaban con manejar “ese animal que caminaba en cuatro ruedas”. Fue el joven Arnulfo Calle Rengifo, muy afiebrado por la mecánica, quien tomó la delantera, seguido por Don Ramiro Espinal y Marco Tulio Correa. Los anteriores, llevaron los siguientes tres Willys, vehículos que prestaron todo el servicio hasta 1963, cuando arribaron el primer camión y el primer carro – escalera que fueron recibidos en el parque con todo el jolgorio que fue capaz de organizar el Padre Jaramillo desde el parlante de la parroquia. Dijeron unos chistosos que las gentesss al ver los primeros carros, les trajeron “aguamasa”.

Concluída la carretera, comenzaron los viajes diarios de escaleras entre Ituango y Medellín para el transporte organizado de carga y pasajeros. La primera empresa que prestó el servicio fue Transportes Félix A. Pérez, para que trabajaran recordados conductores como Don Luis Arango, que tenía fama de despacioso y le decían “Tabaco”, porque fumaba mucho. Luego fue Transportes Arango que, con sus oficinas en Calle Caliente, despachaba la escalera a las cinco de la mañana. En 1977 llegó la empresa Coonorte con conductores como Caruso y El Goyo, quienes hicieron historia por conducir veloz y arriesgadamente por la peligrosa carretera, “Guineo”, Gustavo “Fósforo”, “Tres pelos”, Federico “El pai”, que se casó con una ituanguina, Don José Cifuentes, Don Enrique Torres, Pedro Gumarro y Carlos Chaqueta.

Después de salir de Medellín a las seis de la mañana, normalmente los buses de Coonorte culminaban su viaje en Ituango a las dos de la tarde. Era toda una fiesta la llegada del bus, que hacía sonar su trompeta una vez asomaba en el Filo de la Aurora. Alrededor de veinte muchachos lo esperaban en el barrio Peñitas para correr tras el vehículo hasta llegar al parque, donde unos vendían el diario El Colombiano que llegaba al almacén de Don Benjamín Gutiérrez y otros cargaban las maletas de los viajeros, otros más se especializaban en cuidar puestos en las horas de la mañana y madrugaban para reservar una silla en la parte delantera del bus que no brincara tanto para quien iba a viajar y por esta tarea recibían una remuneración. Nelson Angulo administraba la oficina de Coonorte, ubicada en la salida para La Granja. Posteriormente, fue Víctor Restrepo Bedoya “Víctor Coonorte”, quien asumió el cargo cuando se despachaba en los bajos del antiguo Palacio Municipal, llamado por nuestros abuelos “La casa consistorial”.

Recién iaugurada la carretera se presentó varios accidentes, como el del camión “tres y medio”, que repartía la cerveza y que rodó al abismo antes de Patio Bonito, debajo de los Galgos. Allí fallecieron varios jóvenes Ituanguinos muy apreciados. Murieron Augusto Gonzalez, Raúl Agudelo y el conductor Arturo Palacio, en este camión también viajaba Iván Correa (Mechas), quien al ver que sus compañeros iban muy ebrios prefirió apearse del vehículo minutos antes de producirse la tragedia.



GENEALOGÍA DE LAS ESCALERAS

El primer carro escalera que llegó a Ituango para trabajar exclusivamente en el municipio lo llevó Tobías Arboleda a finales de los años sesenta, para transportar las personas que viajaban en la recién construida carretera que llegaba al Rio y seguida de la Granja. Este fue el famoso “K7” o “el Rey de la trocha”. Luego vinieron las escaleras de Don Guillermo Berrio, en la que muchos de nuestros actuales conductores aprendieron a manejar.

A ituengo a partir de los setenta, con la carretera el Rio avanzando hacia Santa Rita, Quebradona y Quebrada del medio, llegaron otros carros escaleras, para atender la creciente demanda en las nuevas vías, vehículos que hoy permanecen en el servicio, bajo el cuidado de otros dueños que las “engallan”, y mejoran a medida que van produciendo buenos dividendos.

La cero uno de Libardo Quiróz, antes fue una Ford 56 de don Guillermo Berrio, la 19 de don Gildardo Zuluaga, la llevaron los Angulo fue también de Ricardo Zuluaga, la 40 de Humberto Pérez, es un H1, llamada “ la cachetona”, era de Andrés Arboleda, la de Julio Macías ( chucha), perteneció a Tobías Arboleda, Julio llegó a Ituango desde Donmatías, en calidad de ayudante de Luis Castro, la píldora de Palomo ( César Agudelo Areiza, quien en otros tiempos fue gran portero de fútbol, defendiendo los colores de la selección de Ituango, la camilla de Argiro, que inicialmente fue un tres y medio que llevó don Bernardo Zuluaga “ el mono” y fue convertida a escalera, la escalera de Pacho Vera “ Cidra”, una camioneta Dodge, ingresada al parque automotor ituanguino por Sigifredo García y luego convertida, la o2 de Ramiro Espinal, fue de Arnulfo Calle, la 29 de Efraín González, que pasó por las manos de Bernardo Zuluaga “ tamal”, de Luis Ángel Ruíz y de Rubén López, la café de Ramiro Espinal, uno de los primeros conductores nativos, quien trabajó tantos años en el municipio manejando una volqueta que finalmente el vehículo fue conocido como la “volqueta de Ramiro”, la trece de William Pérez, una piragua inicialmente de propiedad de Guillermo Berrio, la angurria es nueva de estar en Ituango, sus dueños se hacen llamar “ los aliados”, la de SigifredoGarcía cuyo primer dueño fue Jaime Zuluaga, fallecido en un trágico accidente en el campo de aviación (Aeropuerto la providencia).



VOLQUETAS Y BUSES

La primera volqueta particular, que rodó en las polvorientas calles y carreteras municipales fue la F6, más conocida como la Calandria de Don Arnulfoa Calle, en ella se trajeron toneladas de arena del rio para las primeras construcciones de cemento en Ituango. Fue famosa hasta que se accidentó en los años 80 en el sitio conocido como Chagualonal, lugar que se utilizaba como botadero de basura. Justo mientras descargaba una volquetada de desechos se fue al abismo, el conductor era Román Tapias, llamado cariñosamente” bola de nieve”, quien se salvó en forma milagrosa.

También existió otra volqueta en los años setenta una Ford sesenta, propiedad e don Guillermo Berrío. Otro automotor de esta categoría que actualmente rueda en Ituango es una Ford Piragua, llamada “la Esperanza”, propiedad de la familia Calle Rivera y manejada por Pedrito Calle.

En cuanto al autoparque oficial del municipio, la primera volqueta fue la F6 que manejaba don Arnulfo Calle y que luego se recordaría como la volqueta de Ramiro. Después se adquirió una international, que prestó sus servicios bajo el cuidado de conductores como Román Tapias, Genaro Marquitos Alvarez, Cosiaca y el recordado Florro, quien se mató en ese vehículo, debajo de la piscina, en la salida para la Granja. Allí hay un monumento en recuerdo

La Doge manejada por Ernestor, Gabriel, Juan Manuel Céspedes “chato”, Marcos Alvarez, Heriberto Roldán “Bombillo”, entre otros.

La Riodo Viaria, una volqueta brasileña, identificada así por una placa con esa inscripción, era de color amarillo, manejada por Julio Alvarez “Gallino” y por el recordado Oscar Jaramillo Lndoño, a quien cariñosamente le decían el “burro”, también la manejó “la roncona”. Otro conductor fue Amado Jaramillo “Conejo”, quien se rodó en ella por los lados de buena Vista.

La Chevrolet, administrada por Marcos Alvarez, Toño González, Nelson Espinal, Juan Manuel Céspedes “El Chato”, Jaime Arias, Guillermo Villa y Jairo Calle.

El municipio ha contado con otros vehículos como la volqueta international modelo 96, comprada en la alcaldía de José Milagros López, el Planchón manejado por Jairo Calle, Jaime Arias y Luis Carlos Rivera “el avestruz” y el camión adquirido en la primera administración de Jaime Montoya.

Se suman a este inventario dos buses. El llamado bus del Colegio o “el viejito”, llegado a mediados de los ochenta para transportar a los alumnos del Liceo a sus prácticas agropecuarias en la finca académica, ubicada en la falda del rio. Y en 1999, en la alcaldía Jaime Montoya, el municipio compra un moderno bus, un international último modelo, para transportar a nuestras delegaciones culturales y deportivas, bajo la responsabilidad de Jairo Calle y Luis Carlos Rivera.



LOS CHIVEROS

Al llegar las carreteras a nuestros pueblos empezaron a aparecer los chiveros, vehículos particulares, que sin estar afiliados a una empresa, prestan el servicio de transporte compitiendo entre ellos mismos y con las empresas organizadas.

Unos chiveros famosos en nuestro pueblo han sido los del amigo Rubén López. Recordamos una camioneta Ford azúl que en Ituango llamaban “el Sida”, una camioneta Dodge amarilla llamada “el dengue”, y una camioneta llamada Chvrolet 52 llamada “la iguana”. Javier Vargas de Cenizas también tuvo su chivero, que después cambió por una escalera.

Gilberto Bolivar fue otro ituanguino, a quien no le podía faltar su chivero. Bolívar tenía una camioneta blanca, que viajaba especialmente para Quebrada del medio. También tuvieron su carro para chiviar, el recordado Jairo Pérez y su hermano Alberto. Nazareno Aristizábal tuvo un camión Ford 54 que le cargaba la panela a don César Piedrahíta desde “las Chambas”.

Con la apertura de la carretera hacia “La Hundida” y Palo Blanco”, aparecieron también los chieveros hacia esas veredas. Recordamos el de Gustavo Saldarriaga “Gustavito” y la camioneta blanca 74 de Eugenio Jaramillo (Eugenio administró por muchos años la Oficina de Rentas Departamentales, además de ser un gran artista intérprete de la guitarra). Y en ese recorrido como no recordar al famoso “Dragón”o al Land Rover de Argiro Correa, el chivero de Octavio Alvarez Upegui de la Undida o el de Otoniel Henao de El Tinto, un Plimouth francés, famoso por el cierre automático de sus puertas (se cerraban con una lambre y un alicate).

Hoy saltan por estas vías el Suzuki LJ de “el cura”, el Dodge de los Agudelos de Quebrada del Medi, el camioncito de Alberto Pérez y el de Carlos.



CONDUCTORES DE LEYENDA

Los primeros camiones que entraron a ituango fueron los de los transportes Félix A. Pérez, que tenía su oficina en la Calle Peatonal (antes calle católica), enseguida de donde está hoy “La mejor esquina”. Fueron sus conductoresAlberto Restrepo, Don José Gómez y sus hijos, oriundos de Donmatías. A ellos le siguieron, “El mono Makiú”, Gustavo Salazar, Luis Ángel, William Isaza, Alfonso Osorio y su hijo, Mario Eusee, “Chucho colilla”, y un camionero a quien llamaban “frisoles”, entre otros. Recordamos un camión doble troque manejado por Don Guillermo que llegaba semanalmente cargado con cerveza. También transportaba cerveza y gaseosa un camión sencillo, manejado por Héctor “Chilingos”.

Camioneros famosos han sido los hermanos Jaramillo, Raúl “La Perra” y Gilberto “El Morado”, hijos de Don Arturo, quien atendía una surtida tienda de abarrotes, donde está Hernán Restrepo “Sandwich, que ofrece sus productos en “La mejor esquina”. Recordamos a “El Alcalde”, que murió en la cabina de su camión víctima de un infarto, a Heriberto “Pate plomo”, a Román Pérez y José Gómez, “Tola y Maruja”, con su par de destartalados “dodges” y al desaparecido Walter López y su camión. Sus hermanos Gonzalo y Albeiro “La Pingua”, han seguido la tradición que comenzara su papá, el querido Rubén.

Otros que “machacaron” piedras entre Medellín e Ituango o que todavía continúan en la brega son Nelson uy y Jaime Angulo, Germán Mazo, Cristóbal Barrera y su ayudante “Cutuso”, Ricardo Zuluaga, “Los Peludos”, Nelson Atehortúa, “Callejas”, Don Uriel, entre otros.

Ituango ha sido tierra de conductores y de los buenos. Es el caso de Nazareno Aristizábal, dueño del récord de tres horas y 45 minutos para viajar entre Ituango y Medellín, al mando de una ambulancia y llevando al señor Lucianito Cardona, quien presentaba peritonitis, luego de ser apuñalado. El propio Nazareno batió el récord para ese mismo recorrido con vehículos pesados, al cubrir la distancia en cinco horas, viajando sin carga en una volqueta HI del municipio.

Recordamos a conductores como Albeiro Pérez “Condorito”, “La Guagua”, los hermanos Quiroz, “Caneco”, “Chamizo”, “Lolita”, Pompilio, César Calle, Ramiro Espinal y su hijo Giovanni, “El Cura”, el recordado “Pescado” y los llegados de otros municipios, especialmente de San Andrés de Cuerquia y que trabajaron por muchos años en nuestro pueblo como Ovidio “El Ahorcado”, Ramiro, Hernando, Omar Lozada, “El Turco” y “Lumbumba” que ayudaban a cargar y descargar.



La fuerza de los ayudantes

El servicio de transporte terrestre de carga y pasajeros, obliga la presencia de auxiliares o los llamados “ayudantes” que a la llegada de los primeros carros a Ituango, tomaron el apelativo de “fogoneros”, recordando una labor que se efectuaba en los trenes, atizando el fogón para la caldera. Los ayudantes son aquellos hombres que alistan los carros, colaboran en el cargue y descargue, cobran los pasajes y responden ante los pasajeros por las maletas y las encomiendas.

Muchos Ituanguinos que hoy son propietarios de vehículos de servicio público, empezaron esta labor. De los primeros ayudantes en Ituango, recordamos a Raúl Correa “La Gata”, hijo de Clementina Correa de El Carmelo y recientemente fallecida en Medellín, Danniel Mazo “Aguadulce”, Hécto Sánchez o “Héctor Mugre”, que no se perdía velorio y entierro, los hermanos “Bucheperra”, Roberto y Guillermo, quien se hizo tristemente famoso porque a pesar de no saber manejar bien, en una madrugada, en medio de unos tragos, salió con varias personas hacia la vereda El Río en la escalera del cual era ayudante y como estaba “buñuelo” y pasado de copas, se volteó en el paraje que conocemos como “La vuelta de Micaela” o “La vuelta del 0”, matando a varias pasajeros.

Aicardo Legarda trabajó por muchos años en las escaleras de Don Guillermo Berrío. Recordamos a Legarda con un trapo rojo en la cabeza y como le gustaba fumar hierba, hacía el viaje ameno y agradable con sus retahílas y cuentos. Humberto Lopera “El ojón”, también fue de los primeros ayudantes o fogoneros como se les llamaba al principio. De igual manera, Salvador Cárdenas “La Chucha”, Luisito Macías, Pedrito Marín. Otros se destacaban por su fuerza como Pablo Graciano, de gran fortaleza y contextura física, de quien se ponderaba había cargado a sus espaldas una nevera hasta llevarla hasta Santa Ana, subiendo por Media Falda, de la Hundida para arriba, sólo y ayudado por una cargadera y que igual proeza había cumplido con un enfriador para Santa Rita, subiendo por la loma de Colombia de La Granja para arriba. En Ituango cuando alguien fanfarroneaba con su fuerza, se le decía: ¡Ni que fuera Pablo Graciano!. Se destacaron también Ernesto Pérez, Ovidio “Mascabucho”, Eusebio Rojas, “Poldo Arias”, Reinaldo Berrío, Antonio Gil “Suso Gil”, que era el encargado de quemar la pólvora en Semana Santa, Sarrazola, Norman Zapata, o “Racimo”, Pedro Bastidas “El negro” que ha sido lustrabotas, “Carepicha”, Carlos Múmera y Oscar Pantoja. Más contemporáneos son Godofredo David, “Mirús”, Fernando y Gustavo Gómez, “Majuña”, “Caresidra”, “El ñato”, “El Viejo”, “Guata”, “Gasparín”, “La Hormiga”, “Cocoliso”, “Muñeco precioso”,”Chicharro”, “Zumbambico”, “Piña”, “Malacara”, “El Gurre”, “Chayán”, “Caretigre”, “Petaco”, “El pato” y otros nombres que se escapan de la memoria, pero personas que recordamos y que con sus fuerzas han ayudado a edificara nuestro pueblo.

Los conductores y ayudantes tienen sus “amañaderos”, sitios en donde se reúnen para comentar los hechos del día, tomarse unas cervezas y “matar” el tiempo libre. A finales de los años sesenta y setenta, el tertuliadero era la Heladería Central de Javier Pino. Actualmente es en la Heladería La Orquídea de Javier Uribe, fundada en los años 80 por Gustavo Mazo. Antes y por muchos años, funcionó allí el almacén de Salvador y Bernardo Correa, en la bomba en el negocio de Marco Tulio Carvajal en Calle caliente. Los hoteles preferidos po los conductores en los años setenta eran El Central, propiedad de Doña Raquel Vargas, el Caribe de Doña Lucila Castañeda, el de Doña Marta Giraldo en lo que hoy conocemos como La Peatonal; en los años 80 el de Aleyda, ubicado en Calle caliente, donde ahora es el Portofino. Los restaurantes preferidos eran los de Carlos Oquendo y Antonio Restrepo “Toño Mondongo”, también en Calle caliente. En La Granja, se hospedadan y alimentaban en el Hotel – restaurante dePelayo. En ese tiempo en Ituango no había parqueaderos y los carros permanecían día y noche en el parque principal y en La bomba, una estación de servicio administrada por Don Julián Monsalve. Como los carros amanecían en la calle, los celadores que los cuidaban eran Jorge Mazo, David Mazo, “El Chivo” y Samuel Espinosa “La muerte”.

Quisimos rendir un sencillo homenaje, recordando esas primeras historias de carros y carreteras y, sobre todo, de aquellos hombres conductores y ayudantes que, con su trabajo honesto, han ayudado al al progreso de nuestro pueblo.

Agradecemos la colaboración del periodista Arturo Tobón Restrepo.

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